LECCION 8

JESUS ES SALVADOR

Texto para memorizar:

"y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados." Mateo 1:21

En la lección número siete estudiamos lo que hizo Jesús para salvamos. Murió como el Cordero de Dios por culpa de nuestros pecados. Es por esto que le llamamos" Salvador". En esta lección vamos a estudiar acerca de Jesús como Salvador, y sobre la salvación que él proporciona libremente a todos los que se arrepientan de sus pecados y confíen en él.

JESUS ES EL UNICO SALVADOR

M muchas veces se pregunta: "¿Si un hombre pertenece a otra religión como, por ejemplo, Islamismo, Hinduismo, etcétera, no será salvo?" Según dice la Biblia la respuesta es "No. Jesús, el Hijo de Dios, es el único que puede salvar."

Vamos a suponer que un hombre quiere ir desde Madrid a Burgos. Suponemos que el hombre se desorienta al prepararse para salir y se equivoca de carretera. Por equivocación, toma una carretera que va hacia el sur a Ciudad Real. Ese hombre es muy sincero creyendo que viaja por la carretera adecuada. Aunque sea sincero, no llegará a Burgos. Muchas personas son como aquel hombre: sinceras, pero equivocadas. En los Proverbios 14: 12 leemos estas palabras: "Hay caminos que nos parecen derechos, pero al fin, acaban en la muerte." (Nácar Colunga.)

Jesús dice muy claro que ningún hombre puede ir a Dios sino a través de él. Lea Juan 14:6. (Jesús le dijo: "Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por Mí.”)

En Hechos 4: 12 leemos: "y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos." Los textos citados arriba nos enseñan que si un hombre está confiando en cualquier otro que no sea Jesucristo para su salva­ción, aquel hombre ha perdido el camino.

JESUS NOS SALVA DEL PECADO

La próxima cosa que necesitamos comprender sobre Jesús como Salvador es esta: Jesús salva del pecado. Algunas personas parecen creer que cuando se hacen cristianas, estarán libres de enfermedades y problemas. Cuando enfermedades y pro­blemas vienen, creen que Jesús ha fracasado en hacer por ellas todas las cosas que debe hacer. Esto es porque no entienden la clase de Salvador que es Jesús. Cuando leemos en la Biblia sobre las vidas de los discípulos de Jesús, vemos que sufrieron muchas vicisitudes. Algunos fueron azotados. Otros encarcela­dos. Otros muertos. Estas cosas les pasaron porque seguían a Jesús fielmente y no porque hicieron mal. Sin embargo, no se quejaron. Sabían que Jesús les había salvado de sus pecados y que tenían un hogar eterno en el cielo con él. Ahora vamos a pensar juntos acerca de esta salvación del pecado.

1.  Jesús nos salva del castigo del pecado. Lea Mateo 25:46;  ("Estos irán al castigo eterno, pero los justos a la vida eterna." )

Lucas 16:19-31;   ("Había cierto hombre rico que se vestía de púrpura y lino fino, celebrando cada día fiestas con esplendidez.   "Y un pobre llamado Lázaro que se tiraba en el suelo a su puerta cubierto de llagas,   ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; además, hasta los perros venían y le lamían las llagas.  "Sucedió que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico y fue sepultado.  "En el Hades (la región de los muertos) el rico alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio a Abraham a lo lejos, y a Lázaro en su seno.  "Y gritando, dijo: 'Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua y refresque mi lengua, pues estoy en agonía en esta llama.'   "Pero Abraham le dijo: 'Hijo, recuerda que durante tu vida recibiste tus bienes, y Lázaro, igualmente, males; pero ahora él es consolado aquí, y tú estás en agonía.  'Además de todo esto, hay un gran abismo puesto entre nosotros y ustedes, de modo que los que quieran pasar de aquí a ustedes no pueden, y tampoco nadie puede cruzar de allá a nosotros.'   "Entonces él dijo: 'Te ruego, pues, padre, que lo envíes a la casa de mi padre,   pues tengo cinco hermanos, de modo que él los prevenga, para que ellos no vengan también a este lugar de tormento.'   "Pero Abraham dijo: 'Ellos tienen a Moisés y a los Profetas; que los oigan a ellos.'   "Y el rico contestó: 'No, padre Abraham, sino que si alguien va a ellos de entre los muertos, se arrepentirán.'  "Pero Abraham le contestó: 'Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, tampoco se persuadirán si alguien se levanta de entre los muertos.'" )

Apocalipsis 20:11-15.  (  Vi un gran trono blanco y a Aquél que estaba sentado en él, de cuya presencia huyeron la tierra y el cielo, y no se halló lugar para ellos.   También vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie delante del trono, y los libros (rollos) fueron abiertos. Otro libro (rollo) fue abierto, que es el Libro de la Vida, y los muertos fueron juzgados por lo que estaba escrito en los libros (rollos), según sus obras.  El mar entregó los muertos que estaban en él, y la Muerte y el Hades (la región de los muertos) entregaron a los muertos que estaban en ellos. Y fueron juzgados, cada uno según sus obras.   La Muerte y el Hades fueron arrojados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda: el lago de fuego. Y el que no se encontraba inscrito en el Libro de la Vida fue arrojado al lago de fuego.

 En estos pasajes vemos que hay un lugar de castigo eterno para los que rehúsan el camino de Dios y prefieren andar en sus propios pecados. Este castigo eterno es la paga del pecado o la pena del pecado. Jesús murió en la cruz y sufrió en nuestro lugar para que no tuviéramos que soportar la pena de nuestros pecados. Vemos pues, que Jesús nos salva del castigo del pecado.

2.Jesús nos salva del poder del pecado. Algunas personas que procuran
quitarse el pecado de sus vidas se dan cuenta de pronto de que el pecado tiene gran poder. Se dan cuenta de que no tienen fuerza en sí mismas para acabar con sus pecados. Cuando una persona se hace cristiana, Jesús le salva del poder del pecado. Jesús pone el Espíritu Santo en el corazón del creyente. Entonces, el creyente es capaz de sobreponerse al pecado por razón del poder de Jesús que mora en él. Filipenses 4: 13.   (Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.”)

3.  Jesús nos salva de la presencia del pecado. El hombre que no es creyente ama el pecado. Busca maneras para pecar. Quizá le guste la taberna. Tal vez, sea la mentira, el adulterio o algún otro pecado. Si no existiera una oportunidad para pecar, el hombre perdido no sería feliz.

Pero el creyente es diferente. ¡Tiene un nuevo corazón! Quiere que la voluntad
de Dios sea hecha en su vida. Por tanto, la presencia del pecado le es un gran
problema. Pero un día Jesús salvará a todos los creyentes de la presencia del
pecado y de todos los problemas que el pecado trae. Jesús llevará a todos
 los creyentes a vivir con él en el cielo durante toda la eternidad. En el cielo no
 habrá enfermedad ni dolor, ni muerte, ni hambre, ni problemas.

Lea Apocalipsis 21:1-8, 23-27. (Entonces vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existe.  Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, preparada como una novia ataviada para su esposo.   Entonces oí una gran voz que decía desde el trono: "El tabernáculo de Dios está entre los hombres, y El habitará entre ellos y ellos serán Su pueblo, y Dios mismo estará entre ellos.   "El enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado."   El que está sentado en el trono dijo: "Yo hago nuevas todas las cosas." Y añadió: "Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas."   También me dijo: "Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin. Al que tiene sed, Yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida.  "El vencedor heredará estas cosas, y Yo seré su Dios y él será Mi hijo.  "Pero los cobardes, incrédulos, abominables, asesinos, inmorales, hechiceros, idólatras, y todos los mentirosos tendrán su herencia en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda."

(23-27)  “La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que la iluminen, porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera.   Las naciones andarán a su luz y los reyes de la tierra traerán a ella su gloria.   Sus puertas nunca se cerrarán de día (pues allí no habrá noche);   y traerán a ella la gloria y el honor de las naciones.  Jamás entrará en ella nada inmundo, ni el que practica abominación y mentira, sino sólo aquéllos cuyos nombres están escritos en el Libro de la Vida del Cordero.”)
Debemos entender que todo será gozo y felicidad en el lugar que Dios ha preparado para sus hijos.

JESUS NOS SALVA PARA UNA VIDA DE SERVICIO A DIOS

Como Salvador, Jesús hace algo más que salvamos del pecado. Nos salva para un fin: que vivamos vidas agradables a Dios. Un día un pastor hablaba con algunas personas sobre un pecado que les era muy común. Era un pecado que habían prac­ticado desde hacía mucho tiempo. Estas personas no pensaban que era muy malo a los ojos de Dios. El pastor les explicaba la seriedad de este pecado. Cuando hubo terminado, uno de los hombres dijo al pastor: "Pero tendríamos que tener un nuevo corazón para poder hacer lo que usted enseña."

Esto es precisamente lo que Jesús hace por un hombre cuando le salva. Le da una nueva vida y un nuevo corazón. En 2 Corintios 5: 17, encontramos estas palabras: "De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas."

Cuando un hombre posee este nuevo corazón, desearía hacer la voluntad de Dios. En un pueblo de América, había un hombre que era un gran pecador. Hacía tantas cosas malas que cuando caminaba por la calle, la gente le tenía miedo. Una noche este hombre fue a una iglesia y dio a Jesús su corazón. Es decir, confió en Jesús para la salvación. Después dejó a sus ami­gos malos y su manera mala de vivir. Comenzó a hablar a otros sobre Jesús y cómo ellos también podrían ser salvos. Dios usó a aquel hombre de forma maravillosa cuando llegó a conocer a Jesús como Salvador.

Pablo escribió a los creyentes en Corinto diciéndoles: "¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios" (1 Corintios 6:19, 20).